lunes, 1 de mayo de 2017

EL CREPUSCULO DE LAS DIOSAS


Una de las series televisivas que más satisfacciones me ha dado últimamente es "Feud: Bette and Joan", la última apuesta televisiva de Ryan Murphy para la pequeña pantalla.

Es obvio que a Murphy le gusta la provocación. Una de las primeras producciones que le granjeó cierta popularidad fué "Nip/Tuck", serie dramática en torno a dos hermanos cirujanos plásticos en Los Angeles, que cuestionaba el culto a la imagen y la belleza de cierta parte de la sociedad americana. La serie arrancó con una interesante primera temporada, no exenta de cierta carga crítica, pero lamentablemente se decantó hacia el exceso en las temporadas sucesivas. Su siguiente producción, "Glee", un musical en torno a un grupo de estudiantes marginados de un instituto del medio oeste americano que deciden formar un grupo coral, no estaba tampoco exenta de ironía, expuesta muy especialmente a través de un personaje tan políticamente incorrecto como la entrenadora Sue Sylvester (brillantemente interpretada por Jane Lynch. Desgraciadamente a partir de su segunta temporada, y aún manteniento la brillantez en la presentación de sus número musicales, se decantó hacia un tono cada vez más edulcorado y cargante. Similar apreciación se podría hacer de "American Horror Story", serie de antologías que repasaba algunos de los lugares comunes del cine de terror (las casas encantadas, los manicomios, los circos de fenómenos...), que ya desde sus primera temporada mostraba su gusto hacia el exceso y su escaso respeto por la coherencia narrativa; aún así se le perdona a Murphy algunos de sus errores solo por poder disfrutar de escuchar a Jessica Lange entonando el "Life of Mars" de David Bowie). No he visto su "American Crime Story", que en su primera temporada estaba centrada en el afamado caso "The People vs O.J. Simpson", pero sí su última producción "Feud", que pretende revisar algunos de las rivalidades más conocidas de la historia contemporánes, y que en esta primera temporad "Bette and Joan" se centra en la rivalidad surgida entre las míticas Bette Davis y Joan Crawford a partir de su coincidencia en la producción "¿Qué fué de Baby Jane?", uno de los mejores y más populares títulos de Robert Aldrich.


Ya los títulos de crédito de la serie, que homenagean brillantemente los grafismos de Saul Bass para los films de Alfred Hitchcock, y que están acompañados con un inspirado tema de corte clásico compuesto por Mac Quayle que evoca las sonoridades de Bernard Herrmann, son toda una declaración de principios.


Soprende la elegancia de la puesta en escena de esta serie, alejada de los excesos a los que nos tenía acostumbrados Murrphy en otras producciones suyas. El cuidado con que se recrea el ambiente, el vestuario y el glamour de la época es sencillamente esquisito. Murphy pone un especial mimo en recrear las escenas de las producciones cinematográficas o intervenciones televisivas en las que participaron los protagonistas del Show, copiando en muchos casos el plano y el encuadre con exactitud milimétrica. Así pues en la serie veremos aparecen en intervenciones episódicas a gente como Dean Martin, Frank Sinatra, Anne Bancroft, Vicent Price, Maximiliam Schell, Joseph Cotten, George Cuckor, Geraldine Page, Gregory Peck, Marilyn Monroe...

Y para muestra, un botón. Os recomiendo ver el siguiente vídeo donde se puede apreciar el espectacular trabajo llevado a cabo en la serie:


Pero todo ese mismo caería en saco roto sino estuviese respaldado por las ajustadísimas intervenciones de su elenco protagonista: el siempre brillante Alfred Molina dando vida al director Robert Aldrich, el no menos efectivo Stanley Tucci en la piel de Jack Warner, una recuperada Judy Davis interpretando a la chismosa oficial del momento, la vitriólica Hedda Hooper, Katherine Zeta-Jones aportando las notas de glamour en su papel de Olivia de Havilland, una descacharrante Jackie Hoffman como 'mamacita', la rígida asistente personal teutona de Joan Crawford, o Dominic Burgess completamente mimetizado como el gran Victor Buono... Pero sobretodo, brillando por encima del resto del reparto, dos auténticos monstruos interpretativos como Susan Sarandon dando vida a Bette Davis, y Jessica Lange interpretando a Joan Crawford.

Quizás Sarandon le gana la partida a Lange en cuanto a su similitud con el personaje original. Su pose, sus gestos, su entonación, su voz, todo ella es una copia exacta de la gran Bette Davis, con la que comparte la expresividad de sus grandes ojos; no se me ocurre otra actriz mejor para el papel. El trabajo de Lange quizás no sea tan mimético, pero por el contrario está más cargado de matices, en especial cuando Jessica Lange tiene que recrear los momentos más patéticos de la diva la final de su carrera.

Hay escenas absolutamente magistrales en esta serie, y no me resisto a destacar tres: una, el momento en que Bette Davis /Susan Sarando aparece carecterizada por primera vez en el set de rodaje com Baby Jane; su entrada a está planeada como una escena de suspense, ocultando su caracterización final al espectador hasta el último momento, en que hace una reverencia a Aldrich, Crawford y por ende al mismo espectador; absolutamente brillante. La segunda escena es aquella en que, visionando una escena final de "Baby Jane", aquella en que una esperpéntica y decrépita ex-niña prodigio se mira en un espejo y arranca a llorar, a la própia Bette se le escapa una lágrima al verse reconocida en su personaje y entender que se encuentra en los albores del ocaso de su carrera.Y la tercera escena es la ensonación de Craword/Lange en el último episodio, que la reune con su amiga Hedda Hopper, su protector Jack Warner y su eterna rival, Bette Davis; es un momento en que ambas divas expresan una reconciliación que nunca llegó a ocurrir, un momento de una enorme tristeza que termina revelando la cara más patética de una actriz que estuvo en lo más alto y que finalmente se vió relegada, por culpa de la edad, a papeles puramente alimenticios para sobrevivir en un industria que siempre ha destacado por su actitud manipuladora y su indisimulado machismo, aspectos fácilmente reconocibles en el corrosivo y sibililino Jack Warner que interpreta Stanley Tucci.

Una muy cuidada ambientación, unas interpretaciones magistrales y también un guión modélico que combina drama, patetismo, ironía, humor y diálogos absolutamente brillantes, en especial en la puyas que de manera más o menos sutil se lanzan Bette y Joan o en las réplicas de una y otra en detrminados momentos: "La rivalidad no se sustenta en el odia, si no en algo más hondo, el dolor"; "No fué a tí a quién el robaron el Oscar en 1951, sino a Mrs. Gloria Swanson" (en alusión al Oscar que no se llevó Bette por "Eva al desnudo"... tampoco Gloria Swanson por "El crepúsculo de los dioses" sino 'una deliciosa Judy Holliday" en palabras de la Crawford); "- ¿Qué se sintió al ser considerada la mujer más hermosa? - ¿Fué glorioso?"; "Dejaré de preocuparme por mi aspecto cuando me metan en formaldehido".

En última instancia "Feud", bajo la excusa de narrar una historia de rivalidad, en el fondo es una historia de supervivencia, la de dos mujeres en el ocaso de sus carreras, una considerada la mujer más bella en su juventud, otra la actriz más completa. Lo que las unía era mayor que los separababa, pero ambas acabaron siendo victimas de una idustria machista que publicitó y azuzó su rivalidad en aras de conseguir una mayor atención mediática. Joan Crawford fué una diosa que surgió del barro y que sacrificó muchas cosas para alcanzar su divididad. Ella es la diva más frágil, la más patética y por ello resulta doblemente doloroso verla al final de su carrera humillarse en olvidables producciones de serie B. Bette Davis, por el contrario, fué una diva más terrenal, una outsider que no dudaba en poner un auncio en Variety buscando trabajo de actriz. Ella aguantó mucho más en la industria pero tampoco ocultó su resentimiento hacia aquellas actrices menos talentosas pero más agraciadas que consiguieron por la vía rápida aquello que a ella tanto le costó. "Eres una actriz de caracter porque nunca fuiste bella" le espeta Crawford a Davis en un episodio. Ambas fueron divas imperfectas, grandiosas, orgullosas pero heridas, condenadas a entenderse pero incapaces de hacerlo.

"Feud" refleja el ocaso de dos estrellas a las que el tiempo, pero sobretodo la actitud de una industria que nunca ha dejado envejecer a sus actrices, no ha perdonado. En el fondo no es algo tan alejado en la sociedad actual.

En resumidas cuentas: ¿Lo mejor? Todo: las interpretaciones, el guión, la historia, la ambientación... ¿Lo peor? Nada.

Y Ryan Murphy promete continuar poniendo toda la carne en el asador: la próxima temporada de "Feud" se centrará en Lady Di y el príncipe Carlos.