martes, 24 de septiembre de 2013

BARCELONA, NIT D'ESTIU



Cuando hablamos de cine muchas veces nos dejamos llevar por la concepción (muchas veces erronea) de que un gran tema necesariamente tiene que dar pie a una gran película. Ese argumento es perfectamente válido para David Lean, por ejemplo. Y más si pensamos en "Laurence de Arabia" o "Doctor Zhivago". Pero, ¿acaso "El hombre tranquilo", "Centauros del desierto", "Encadenados" o "Con la muerte en los talones" no son también grandes películas? Saco a colación autores como John Ford o Alfred Hitchcock porque precisamente ellos siempre concibieron el cine como el arte del entretenimiento. Ellos hicieron auténticas obras maestras partiendo de materiales a priori muy triviales. Quizás porque nunca se le ha dado (en un sentido general) categoría de ARTE (lo escribo con mayúsculas expresamente) al western, el thriller o el cine de género en general, se ha tendido a considerar muchas veces y en determinados circulos ese tipo de cine como una forma de arte menor. En mi opinión es una postura no solo equivocada, sino que además hace gala de un snobismo trasnochado. No es necesario hablar de la revolución bolchevique o la influencia sociopolítica del descubrimiento del psicoanálisis o del gobierno de Cromwell en la Inglaterra del siglo XVI para hacer una gran película. No se trata tanto de lo que se cuenta como de CÓMO se cuenta, y es eso lo que determina el resultado final y lo que puede marcar la diferencia entre una obra de arte y un mero pasatiempo.


Saco todo esto a colación porque vengo de ver "Barcelona, nit d'estiu". No, no es una gran película. Tampoco es que su director haya pretendido hacer una obra maestra ni mucho menos; ni siquiera ha querido hacer una gran película. El debut en el largo de Dani de la Orden es, eso sí, un film simpático, que se deja ver con agrado, y que precisamene en su sencillez es donde reside su mayor atractivo. Su director ha construido un film coral que habla del amor y de las diferentes formas de amar, construido en torno a una anécdota curiosa como es la llegada del cometa Rose en una noche de verano, y que une y desune una serie de parejas movidas, en parte, por el deseo de ver el cometa. Pero Dani de la Orden no es Rober Altman o Paul Thomas Anderson (por citar algunos directores que han sabido sacar un mayor partido de las historias corales) y su puesta en escena carece el empaque y fuerza necesarios para arrancar una emoción verdadera del espectador. Cabe decir en su defensa que el guión, que no pasa de ser una colección de situaciones y anécdotas en torno al amor, y no precisamente originales, no da mucho más de sí. Si a todo ello le sumamos un casting que no destaca especialmente en nada salvo por la torpeza ocasional de algún actor (lo siento, pero para mí Francesc Colomer carece por completo de naturalidad, y Álex Monner, eternamente abonado a su papel de Lleó de "Polseres vermelles", me resulta particularmente irritante) o por la falta de credibilidad de otros (la pareja formada por Monner y Lucho Fernández, cuya química es nula y resulta demasiado forzada, no hay quien se la crea) dan como resultado un film que quizás podría haber dado más de sí, pero que se queda simplemente en un producto bienintencionado y poco más, salvable sobretodo por la agradecida naturalidad de Miki Esparbé (ojo: naturalidad no quiere decir talento) y la breve aparición del siempre solvente Mingo Ràfols. Poco más. Bueno sí: destacar Barcelona como (estupendo) plató cinematográfico, algo que ya habían demostrado Almodovar ("Todo sobre mi madre"), Woody Allen ("Vicky Christina Barcelona") o Marc Delgado ("Los últimos dias"). Claro que aquí soy poco objetivo: no puedo ocultar que amo a mi ciudad.

En resumidas cuentas: ¿lo mejor? Barcelona como plató cinematográfico y las canciones de Joan Dausà; ¿lo peor? Un guión falto de ambición y un reparto carente de solvencia.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Un comienzo...

Vale, esto es solo un primer paso: la creación de mi primer blog. Francamente, ahora mismo no tengo ni la menor idea de lo que saldrá de esto, ni qué voy a publicar ni de qué voy a hablar. Quizás me limite a publicar mis habituales críticas cinematográficas. Quizás comience a divagar sobre lo humano y lo divino. Quizás me atreva a publicar algún avance de los cuentos que estoy escribiendo. Quizás simplemente acabe siendo un bla, bla, bla sin un objetivo claro... No, miento. Sí tiene un objetivo: EXPRESARME. Y lo haré de la forma que mejor sé, utilizando el lenguaje de la forma más clara y rica que soy posible. Pero sobretodo lo haré movido únicamente por la necesidad de expresarme con la esperanza de que alguien me escuche y que lo que yo escriba aquí, en cierta forma, toque alguna fibra de la persona que lo lea.